Y así son todos los días, idénticos, dejando pasar las horas como si fuesen los anuncios que nos obligan a ver mientras esperamos que nuestro programa preferido empiece. Vuelvo a casa tarde mintiéndome y prometiendo que mañana voy a empezar a ponerme en serio, que me hago viejo. ¿A quien voy a engañar? Seguiré sentado esperando un golpe de suerte. Tarde o temprano me tiene que tocar a mí.— Negro, Malviviendo
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